viernes, 1 de junio de 2007

Sara en technicolor

Una tarde de primavera, El Marido de la Peluquera entró en un saloncito de estudiantes en Sevilla. Sara y Patricia compartían el sofá y la vida, que por entonces se les presentaba como una chistera rebosante de conejos. Sobre la mesa, unos tintos de verano y las gotas de agua, procedentes del aire acondiconado, fueron formando un charquito en la ardiente acera durante aquella tarde en la que volvieron a regalarse un tesoro. Una hermosa pelìcula que las siguiò sumergiendo en ese mundo màgico que habìan ido construyèndose para ellas solas, como una fortaleza en las que regìan sus normas: conciertos, paseos, tardes de confesiones, libros, discos y proyecciones de las que volvìan sonàmbulas, con los pies a un metro del suelo y sabièndose afortunadas y libres. A menudo, Sara llegaba a la casa. Sacaba un libro de su bolsito rojo y se lo regalaba a su amiga mientras le explicaba los pormenores del hallazgo sentada en una silla destartalada en medio de la habitaciòn. Les gustaba escucharse, conocerse porque habìan decidido crecer de la mano.

Por aquellos tiempo, se presentaba como Sara en Blanco y Negro. Ahora, Sara es technicolor. Y, desde la lejanìa, siguen compartiendo joyas como èsta:



Esta maravilla me llegò a travès de otro tesoro, el blog farandwell.blogspot.com Una delicia tanto por la exquisita selecciòn de contenidos como por los textos de su autora. Gracias, farandwell.

Y a vosotros, ¿què tesoros os han regalado los amigos?

No hay comentarios: